¿Cuánto se puede aprender en un curso de UX?
Al igual que dominar un idioma, o aprender a tocar el piano, la formación en diseño se trata de incorporar una práctica, no de la acumulación de información. Esta distinción resulta fundamental para evaluar adecuadamente cualquier tipo de formación en UX.
A continuación, algunos aspectos que ayudarán a aclarar qué se puede esperar y qué no de un curso de UX.
¿Qué es aprender a diseñar?
En ningún curso de UX, sea cual fuere su extensión, se pueden aprender todas las respuestas concretas para tener a la mano ante cada situación que se pueda presentar. Ello no se debe a falencias particulares del curso, sino a que no es ésa la naturaleza de UX – o del diseño en general.
Diseñar no es la capacidad de aplicar soluciones conocidas en respuesta a un requerimiento. Diseñar es la capacidad de idear y ejecutar buenas soluciones en respuesta a problemas particulares, de carácter complejo, y por ello formulados inicialmente de manera incompleta o simplemente errónea.
Por ello, diseñar es:
- una práctica: la visión y capacidad para idear y ejecutar buenas decisiones surgen de la experiencia validada, no de la mera adquisición de información;
- un proceso: llegar a una buena solución requiere desarrollar no una, sino varias alternativas, que a su vez llevarán a preguntas que no se habían considerado previamente.
El proceso de diseño se trata de abrir alternativas válidas, generar nuevas preguntas, podar el árbol de posibilidades y volver a iterar… hasta llegar a una respuesta capaz de satisfacer la expectativa con la que se inició el proceso de diseño. Lo que se puede aprender en un curso de UX no son las “respuestas correctas”, sino el universo en el cual se pueden formular preguntas de diseño, cómo desarrollar respuestas y someterlas a validación.
Por ello, el valor de un curso de UX no está en las “certezas” que promete, sino en las preguntas que sus alumnos puedan realizar y ser capaces de responder después de haberlo concluido.
Aprender a diseñar: algo que un curso de UX puede iniciar, pero nunca completar
En disciplinas creativas, la información ayuda a ganar estructura, tiempo y claridad. Pero atiborrarse de información no es buena idea: en UX, como en cualquier disciplina creativa, es necesario un balance entre el saber y la práctica. Cuando el saber supera ampliamente a la práctica, resultan diseñadores frustrados por no poder ejecutar sus ideas. O críticos implacables, capaces de demoler cualquier propuesta y la moral de todo un equipo.
Por eso, un buen curso de UX debe ayudar a aclarar, a abrir puertas, a ver posibilidades a la medida de los alumnos… que deberán ser exploradas y desarrolladas en la práctica profesional.
Siempre comento a mis alumnos que me siento satisfecho con dejarles puertas para abrir cuyo sentido irán encontrando con el tiempo, a medida vayan diseñando su propia carrera y construyendo su propia visión.
Creo que es intelectualmente deshonesto ofrecer y prometer otra cosa a la hora de ofrecer capacitación en cualquier disciplina de diseño.
Porque es la práctica (algunos dicen que 10.000 horas) la que lleva a la maestría. Porque la formación en disciplinas creativas implica un desarrollo y transformación de la persona que no puede ocurrir en unos pocos meses o años.
Porque la idea de una escuela o universidad como “fábrica” que toma como insumo estudiantes y produce profesionales formados al final de una línea de montaje, sólo puede ser fruto del anacronismo, estándares bajos, y/o publicidad engañosa.
Conclusión
¿Cuánto se puede aprender en un curso de UX? Si la medida es, “respuestas para tener en el bolsillo”, pues más bien poco o nada. Si la medida es, “la capacidad de ver más allá, de identificar problemas que no sabía que tenía, de poder darles respuestas mejores a las que tenemos hoy”… hay un mundo por delante.
Todo problema complejo tiene soluciones simples rápidas y erróneas. Si entendés tu carrera como un problema complejo que merece un buen proceso de diseño, nuestra propuesta de formación profesional es para vos.
Santiago Bustelo